El PCE y la Juventud Comunista en Aragón mostramos nuestro dolor y rechazo al asesinato machista cometido el lunes por la noche en Zaragoza, y queremos trasladar nuestro afecto a la familia. 

La violencia patriarcal no tiene escrúpulos ni límites, desde las sutiles y veladas agresiones cotidianas hasta el brutal asesinato cometido este lunes en Zaragoza. El lunes por la noche una niña de 4 años fue asesinada por quien se supone que la debería proteger y amar. Y la asesinó para hacer daño a su madre. Porque sabía que atacar a su hijo/a, es la forma más contundente de dañar a una mujer. Porque no le vale con golpearla a ella, con anularle la voluntad, con dominarla y hacerle vivir con terror. Necesita más. Y ese odio, esa necesidad de ejercer su poder sobre ella, es superior al amor que se puede sentir por una hija. 

No nos cansaremos de repetir que el machismo mata. Y que un maltratador jamás será un buen padre. Y denunciaremos una y otra vez que los y las juezas no pueden estar ciegas/os a esta realidad, y seguir otorgando custodias y visitas. Porque esta realidad sólo puede entenderse desde planteamientos que anteponen la voluntad del adulto frente a los derechos de la infancia. Voluntad que, reiteramos, no está basada en el amor hacia esa criatura. Porque alguien que te hace vivir en ese terror diario, alguien que es capaz de anteponer su odio hacia la madre por encima del bienestar de su hijo/a, no puede decirse que ame a ese hijo/a. 

Vivimos en una sociedad donde la violencia patriarcal está en todos los estadios. En los hogares, donde se ejerce físicamente; en la sociedad, que sigue excusando comportamientos machistas cotidianos; y en las instituciones, donde se producen las revictimizaciones, donde se niegan derechos esenciales, quienes abandonan a las personas más vulnerables.  Debemos romper este escudo protector del machismo. 

No podemos tolerar ni un comportamiento machista más. Ni una muerte más. Ni una agresión más. Ni un lamento posterior más. Necesitamos una sociedad unida frente al machismo. Feminismo o barbarie.